quarta-feira, 1 de agosto de 2012

Plata histórica





La ansiedad era el peor enemigo de Mireia Belmonte. Pero ayer, al caer la tarde, se deshizo de la opresión en el pecho, de los terrores escénicos, en la prueba que menos le dejaba pensar. La carrera que menos se acomodaba a sus condiciones físicas. Ella lo confesó el martes. “Lo veo crudo”, dijo. Lo vio tan difícil que simplemente se dejó llevar sin más planes que agotar todas sus reservas en un esfuerzo sostenido de dos minutos. Un relámpago de brazos, espuma y violentas ondulaciones de cadera. Cuando acabó la tormenta levantó los ojos y vio dos lucecitas brillando en su poyete. Eran las señales que indicaban que había ganado la plata. La primera medalla española en los Juegos de Londres y la primera medalla que consigue una mujer nacida en España en la historia de la natación olímpica.
“Salí al cien por cien”, explicó, con el agua chorreándole por el bañador, todavía sin saber muy bien cómo organizar sus pensamientos.


“Entré muy confiada. Y ya está. Entré a darlo todo y en el último 50 he explotado lo que me quedaba de fuerza. Cuando toqué supe que la china había sido primera así es que lo primero que miré es la luz del poyete que señala que has hecho podio, para ver si estaba segunda o tercera. ¡Y salió bien!”.


Entré a darlo todo y en el último 50 exploté lo que me quedaba de fuerza" - Mireia Belmonte


Mireia llevaba años entrenando la aceleración. En las grandes pruebas internacionales, desde los Juegos de 2008 pasando por los Mundiales de 2009 y 2011, solía acabar fuerte las pruebas cortas, pero comenzaba a imprimirles ritmo demasiado tarde, a veces por temor a quedarse sin combustible antes de regresar. Esto conducía a la nadadora a meterse en harina cuando las demás rivales se le habían alejado lo suficiente como para que le resultase imposible recuperar los metros perdidos. Manejar el control de la energía es la habilidad más complicada para un nadador. Fred Vergnoux, el entrenador del Club Natación Sabadell, donde se prepara Mireia, lo explicó antes de la competición: “Ella debe empezar más rápido en todas las pruebas. Es un cambio. Es utilizar un poco más la velocidad que tiene. La fuerza, ahora que tiene un poco más de fuerza. Debe ser capaz de cambiar el método de nadar”.
“En Shanghái”, prosiguió Vergnoux, “el último 50 del 400 estilos fue el más rápido de toda la final pero terminó cuarta. Esto es un cambio que intentamos estimular con trabajos específicos. El objetivo es hacer el primer 50 lo más rápido que pueda. Todavía creo que puede empezar mucho más fuerte”.


Mireia sabía que tendría dos chinas supersónicas a sus costados. A la derecha, la campeona olímpica de 2008 y plusmarquista mundial, Liu Zige. A la izquierda, la nueva perla roja, Liuyang Jiao. De modo que la referencia estaba clara. Seguir a las chinas. “La táctica ha sido irpalante”, comentó la española. “No tener miedo y no perder el contacto con las primeras. Nada más. En el último viraje me he visto primera pero sabía que la china me iba a coger y que tendría que darlo todo”.
Lo primero que miré es la luz del poyete que señala que has hecho podio, para ver si estaba segunda o tercera. ¡Y salió bien!"
Mireia Belmonte
Mireia salió como una lancha con motor fuera de borda. Deslizándose sobre el agua a golpe de brazos, patadas y abdomen. Cubrió el primer 50 en 28,32 segundos. Pasó en segunda posición, justo por detrás de Liu Zige. Hizo el segundo largo en 31,43s y se puso en cabeza. El tercer 50 lo salvó en 32,16s y volvió verse primera. Le quedaba el regreso. Los últimos 50 metros. La parte más complicada. Lo hizo en 33,34s. Mientras los motores se le apagaban.


“En la mariposa es muy difícil ver a las demás porque sólo puedes mirar a los laterales en los virajes”, recordó. “Sabía que si veía brazos delante de mí era que iba mal la cosa. Como no veía casi nadie he intuido que iba bien”.


Belmonte vio agua por todas partes. Buena señal. Este sentimiento de promisión debió darle fuerzas para lo peor. Para mantenerse arriba. Para evitar hundirse cuando se le acabara la energía y conseguir tocar a tiempo. A Liu Zige, asfixiada ante el ritmo de la española, se la tragaron las olas. Acabó última. Pero Jiao Liuyang avanzó con las turbinas a máxima potencia, seguida a unos centímetros de la estadounidense Kathleen Hersey y de la japonesa Natsumi Hoshi. La china tocó la meta para apoderarse del oro en 2 minutos 4,06 segundos. Mireia lo hizo en 2m05,25s. Hoshi fue bronce en 2m05,48s.
El día de la final de los 400 estilos, su prueba ideal, Mireia quedó última. En la final de los 200 mariposa, con las peores perspectivas, prefirió pensar sólo en tirar palante. A toda velocidad. Hasta que se evaporara la última gota de su energía. Cuando acabó, habían transcurrido dos minutos y dos luces titilaban esperándola. Acababa de ganar una plata histórica.


Fonte: EL PAÍS 

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